lunes, 7 de junio de 2010

Falocentrismo & La Ciudad

A quien corresponda o aclaraciones preliminares: Soy María y esta es mi primera entrada, respetando las estructuras tradicionales (o por desidia) José habló primero. Empiezo con este texto que se intenta acercar al contenido de un mito, o la secuela de un mito, o la secuela de la secuela de un mito. Sex & The City como un todo representa un intento o continuación de algo que se nos ha vendido (por que es producto del sistema económico capitalista) como liberación femenina. La mujer trabaja y se puede comprar zapatos supravalorados. Sex & The City es, pues, un intento de reivindicar la figura femenina, al menos así se ha leído. Es como sí se cambia el look de la mujer, cambia su apariencia. Si observamos atentamente la subordinación ahí sigue (aunque intente esconderse). La cosa es que, de alguna manera, todos estamos subordinados; así que no pretendamos.


Falocentrismo & La Ciudad

Llega a las pantallas en México, una semana después del estreno mundial, Sex & The City 2; después de dos años, la secuela. El inicio de la película hace referencia a recuerdos de como Carrie conoce a “las chicas”; en un afán de inmortalidad y pedantería las cuatro siguen siendo lo mismo (i.e. la onda).

La película, a mi parecer, se divide en 4 eventos: la boda de Stan, el estreno de la película de Smith, el viaje a Abu Dhabi y el regreso a Nueva York.

1. La boda de Stan. En un evento “progresista” como una boda gay, nos encontramos con referentes de identidad de género obvios y nada propositivos. Chocamos con el estereotipo del hombre “gay” (adulto-joven, con dinero y neoyorkino). La pareja conformada entre sumiso y dominante, quienes inmediatamente nos refieren a un estereotipo. Personas que de manera casual son mujer y hombre (respectivamente). El hombre con permiso de engañar, vestido de negro y la mujer, vestida de blanco permitiendo que engañe sólo “en los estados donde no están casados legalmente”, con tal de que haya cisnes en la ceremonia “religiosa”. La mujer hace ciertas concesiones por tener la boda de sus sueños. Ceremonia religiosa por que un icono como Liza Minelli la lleva a cabo, alguien con no sé cuantos matrimonios fallidos lleva a cabo la ceremonia marital. Algo, que por su incidencia no debería de sorprendernos, común en la cultura popular, iconos artificiales sin arraigo. En esta boda Carrie es el padrino (no madrina), al emplazarla el lenguaje como sujeto masculino se ha de vestir de smoking, a lo que de manera “radical-subversiva” resiste: con una corona negra (uy). En el programa impreso de la ceremonia, el personaje principal, deja de ser Bradshaw para apellidarse Porter, deja de ser Carrie Bradshaw y se transforma en Carrie Porter. Al finalizar la ceremonia, ya que la gente va a dormir, los creadores de la película nos regalan una imagen obvia donde en plena “trasgresión” Carrie y Big se encuentran entre dos opciones en el cosmos burgués: sexo promiscuo o hijos; no existe nada más.

2. El Estreno. Buscando perpetuar los años dorados, nos encontramos con Samantha quien practica la sustitución hormonal (mantenerse ultra joven y de paso evitar la menopausia); se repite el deseo de atemporalidad al congelar una escena y perpetuarla para siempre, como el Botox. Algo caricaturesco a la “Desperate Housewives” donde las actuaciones se vuelven torpes por que las técnicas quirúrgicas no dejan al rostro ser cara, son una máscara, todo el tiempo, la misma. Para el estreno, en un universo que el tiempo existe de manera latente, un vestido se vuelve el objeto indicador de la edad. En una dimensión donde no hay, o se busca que no exista el tiempo. Un diseño se vuelve marcador, haciendo que un tabú se haga evidente en el cuerpo de Hannah Montana, ese Young Hollywood que amenaza y enriquece a los cirujanos y demás profesiones de la eterna juventud.

3. Abu Dhabi. Abrumador, el mito “medio oriente”. Lo nuevo en cuanto a subordinación se refiere. Ciudad que con sus tecnologías subordina al desierto, que con su poder económico subordina al trabajador, que con su no dicho subordina a los turistas. Ya no el viejo oriente, el nuevo oriente. Nuevo Oriente donde la “tradicional” Charlotte regresa a su apellido de soltera por temor al apellido judío, no por otra cosa. “Recuperados” de la crisis: despilfarre. Aviones con suite, bar, blah. Ya en el aeropuerto cuatro coches esperan a “las chicas”, lo que los personajes encuentran absurdo, pero que nadie reacciona con un “no”, es mas bien un OK. A manera de comercial nos presentan el hotel donde cada una tiene un mayordomo, amenidades. Amenidades, tacones, atuendos pretenciosos. Después de una pésima crítica al nuevo libro “I do, do I?”de Carrie, el New Yorker la caricaturiza (¿más?), tapándole la boca. Hecho que hace que de manera ofensiva (me quiero imaginar a Simone de Beauvoir escuchando la plática) se cita la figura de la mujer liberada, que al amenazar por su proceder es censurada. Esa mujer contestataria que va con un cuerpo destapado, habla y tiene sexo –mucho sexo. Esa mujer que es silenciada por temor, ésa a la que se le pone un burka simbólico. Amenidades. Charlotte y Miranda, brindan y celebran a la madre tradicional, citando las friegas de ser madre. Samantha busca sustitos naturales hormonales a pesar de la obvia censura. Aidan diciendo a Carrie que siempre fue “diferente” y por eso nunca quiso un diamante; si eso es ser diferente, no imagino que nos queda a las demás.
En el paraíso la tormenta que se avecinaba finalmente sucede: Samantha es arrestada por un incidente, lo que desencadena una tragedia donde por ser indignas no les respetan la invitación. El mito de oriente cae, la promesa y la abundancia ya no es. Regresan al mercado, donde Samantha, medio desnuda: sucumbe y en un afán intervensionista (raro en la estructura de EUA), como el ejército estadounidense en Afghanistan o Irak, se cuela al espacio privado usando ya no las armas sino el símbolo: sexo. Al simular el acto sexual, agitar condones; los hombres y mujeres del mercado, enojados. “America” en un espacio tan íntimo como un mercado, se manifiesta, dicta, ordena y no se calla (que venga la ONU si quiere). Camaradería. Unas mujeres ayudan a las chicas a escapar y en un cuarto mágicamente comulgan entre hormonas y “moda”. Finalmente, se ponen un burka para escapar, pensemos en lo que este hecho nos da para pensar. Lo logran, logran llegar al avión: obvio, primera clase.

4. De vuelta en NY. Ya en Nueva York Carrie es llamada, Sra. Preston… ya qué. La pugna termina. Después de preocupación y un baño donde el pelo queda intacto, Big la logra domar. El hombre le dicta los votos nupciales, ella los repite. Le da un anillo de compromiso que evidencia pertenencia, éste es negro, pues ella es diferente a todas las mujeres (lo que quiera que esto signifique) ¿Al cambiar el color se cambia el significado? De manera maravillosa se compara el matrimonio con un burka, finalmente Carrie se coloca el burka (más bien se da cuenta que lo tiene puesto).

Bien bonito todo: Samantha es cogida, Miranda con nuevo trabajo, Charlotte muy contenta (ya que la nana no es amenaza por que es lesbiana, no por que el esposo de Charlotte no la desee o la respete, de esto nunca se habla) y Carrie finalmente acepta la televisión dentro del dormitorio.

Ahora si que como diría Parménides “Nada cambia”, y nada cambia, ni las caras, ni las practicas, ni la identidad de género, ni la firmeza corporal.

Una vez más observamos e internalizados modelos de identidad de genero: esa mujer libre, que es libre y compra zapatos; una mujer que no quiere un diamante, quiere un diamante negro; una mujer que resiste a la institución del matrimonio o de la pareja, escoge que (casi siempre) tengan sexo en ella. Y los observadores, tan jóvenes, con los ojos bien abiertos, con parafernalia pretenciosa de colores, observan lo que “significa” ser una mujer hoy en día.

La película maquilla a la mujer subordinada de mujer subversiva, maquilla un ligero y malogrado intento de lucha sin esfuerzo. Sex & The City brinda comodidad y traza una manera de luchar. Murmura un “no” pero hace un “sí”.

4 comentarios:

  1. fuera de los productos, la serie parece (a través de las reflexiones de carrie, pues es ella la que cuestiona los actos y las posturas de sus amigas)si ser una apertura a cuestionamientos del genero. lamentablemente nunca es fuera de los productos porque es cierto que son siempre el fin (todo se arregla con regalos costosos, y ahora vintage)... lo que me sorprende es que el que dirigia todo el estilo no dijo "usar 4 coches no es chic"... no ya porque sabemos más cosas. por que ellas que viven en la capital mundial de las ciudades capitales, que dicen valorar esa vida, deberían de saberlo

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  2. María:

    Hoy fui a ver la película en la cual centras tu primera entrada. Primero quiero expresar que la encontré tediosa (aunque no puedo negar que me regaló algunas risas sinceras) y harto larga. Sentado lo anterior, quisiera comentar tu entrada.

    No creo que una película como Sex & the City pueda ser tratada como un reflejo de la mujer actual. Si bien representa algo aspiracional, no encuentro a personajes arquetípicos del conocido como "género femenino".
    Si bien este filme intenta mostrarle a las mujeres cosas que les llaman la atención (moda, viajes, fiestas, amigos homosexuales), creo lo hace con el mero gusto de entretener y de mostrar una realidad exagerada (que, aunque la película requiere la sobre actuación, creo que las actrices exageran y hacen un papel ridículo) a la cual las mujeres pueden ver como divertida y, a su vez, un tanto onírica.
    Por supuesto que no dudo que habrá quién se identifique con todas estas mujeres, pero, como decía Borges, aún en el libro más malo siempre hay algo que rescatar y aprender. De esta película he decidido hacer un balance:

    -Lo bueno: el excelso diseño de la ropa que porta la personaje principal, los pequeños detalles del guión que muestran, mínimo, una preparación del (de la) que lo realizó; la muestra de simpatía que siente la personaje principal por su mayordomo y el despliegue de bellezas (Penélope Cruz, la voz de Liza Minelli, el amante de Samantha en la boda).
    -Lo malo: creer que la mujer se entretiene sólo con moda y zapatos, tener una película cuya historia se hace eterna y que sólo detalles del guión la hacen cuajar, las actuaciones de obra de secundaria, la satirización de la homosexualidad femenina y masculina, la vanagloria de los E.U.A, entre muchos que me permitirían proseguir.

    Sólo quiero agregar algo más. Simone de Beauvoir tal vez hubiera muerto de risa (o de coraje) con esta película, pero hubiera esbozado una sonrisa al ver a mujeres teniendo sexo no'más por el puro gusto de tenerlo... Ella, para mantener su relación con Sartre, tuvo que ser infiel y soportar infidelidades, lo cual nunca le plugo del todo. Pero eso es menester de otro lazarillo.

    ¡Kudos!

    [Exeunt José]

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  3. Reí, yo también reí.

    Aristóteles en “La Poetica” habla de la tragedia y su aplicación en la educación del pueblo.

    “La tragedia es un campo que repite la experiencia para enriquecer la praxis; se considera, de igual manera, como un campo paradigmático de la transmisión del conocimiento, lo paradigmático se refiere al ejemplo. En el marco del citado pragmatismo la tragedia se plantea como educación pública, se usan eventos públicos para transmitir algo, con esta intención didáctica “la tragedia quiere presentar individuos mejores que los actuales” (1448ª). La tragedia amarra lo invisible, lo visible amarra bien si hemos amarrado lo invisible”.

    Así que esta obra épica (sobre todo por la extensión) no se puede tomar como algo inofensivo. Quizá parezca exagerado o fuera de lugar posicionar Sex & The City junto a Aristóteles, cosa que yo no creo por que a mi parecer tener a no sé cuantos millones de personas durante 2 horas y fracción, es educar. Educar presentando esta “nueva mujer aspiracional”.

    La cosa es que lo “divertido” representa un estilo de vida que todo mundo quiere, algo como Sex & The City representa desde hace más de 10 años una institución. Yo soy de la idea que las películas no son sólo películas y sus personajes no sólo son eso. Eso visible se vuelve creíble o exitoso por una parte no visible que lo habilita.

    Ahora una reflexión tipo Carrie ¿Qué hay en nosotros que desea o quiere creer eso?

    María

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  4. "Simone de Beauvoir tal vez hubiera muerto de risa (o de coraje) con esta película, pero hubiera esbozado una sonrisa al ver a mujeres teniendo sexo no'más por el puro gusto de tenerlo... " No lo se, para mi lo evidente es el falocentrismo disfrazado de liberación. La manera en la que el sexo simboliza el poder de la mujer me parece capcioso.

    María

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